Las Franciscanas Misioneras de María comparten la vida de la comunidad en la viven y se desplazan a todos aquellos lugares a los que la misión le requiere. Cuando llegan a un nuevo país intentan responder a las necesidades del pueblo y de la Iglesia local. Es su orientación misionera la que les compromete a trabajar por la justicia y la paz.
La joven que se prepara para vivir como Franciscana Misionera de María pasa un tiempo primero en una comunidad de las Franciscanas. Allí, transita por distintas etapas hasta recibe su primer destino en la misión. Durante el primer año, el denominado período de prenoviciado, las jóvenes disciernen las aptitudes para la vida en el instituto y la llamada personal de Cristo. Después, la novicia empieza una preparación más intensa, que dura por lo menos dos años. Durante este tiempo participa de la vida, la oración y el servicio apostólico de la comunidad y se prepara para la consagración religiosa por medio de los votos. Es el periodo llamado noviciado, tras el cual la joven se compromete con los tres votos de pobreza, obediencia y castidad. Al final de esta etapa, la joven se compromete de manera definitiva como las Franciscanas Misioneras y en este momento recibe de la Superiora General su primer envío a la misión, que puede ser en cualquier país del mundo donde esté presente el instituto. A lo largo de toda su vida, cada Franciscana Misionera de María continúa profundizando su vocación específica, a través de la vida concreta, la oración, el estudio y, en ciertos períodos de la vida, con un tiempo de renovación espiritual.
La fundadora
María de la Pasión, cuyo nombre de familia es Hélène de Chappotin, fue quien fundó en 1877 el Instituto de las Franciscanas Misioneras de María. Nacida en Francia en 1839 y siendo la menor de cinco hermanos entró el monasterio de las clarisas a los 21 años, después de la muerte de su madre. La espiritualidad de San Francisco de Asís que allí recibió, la marcó para toda su vida. En 1864, guiada por su director espiritual, entró en la recién fundada Sociedad de María Reparadora, donde recibió el nombre de María de la Pasión. Antes de terminar su período de formación fue enviada como misionera a la India donde, poco después, fue elegida responsable de la misión. Durante diez años, vivió con intensidad su experiencia misionera, hasta que una serie de acontecimientos la llevaron a fundar un Instituto específicamente misionero.
En 1882, el instituto entra a formar parte de la Familia Franciscana y desde entonces es conocido con el nombre de Franciscanas Misioneras de María. A su muerte, en el año 1904, María de la Pasión había acogido a más de 2.000 Franciscanas Misioneras de María, que vivían en unas ochenta comunidades por todo el mundo. Mujeres jóvenes de diferentes países se iban uniendo al nuevo instituto misionero haciéndolo crecer rápidamente. Hermanas de diferentes culturas y nacionalidades eran enviadas a una misma misión, de modo que la internacionalidad fue muy pronto una característica particular del Instituto. Hoy, las Franciscanas Misioneras continúan con la senda de su fundadora, siempre dispuestas a vivir en comunidades internacionales o interculturales, al servicio de la misión en el mundo.