sábado. 10.06.2023

Compromiso social, solidaridad y ayuda al prójimo en tiempos de pandemias y epidemias. Lo que para algunas personas puede ser algo nuevo y que ha aflorado a raíz de la crisis sanitaria que estamos viviendo debido a la pandemia COVID-19 para otras es el fruto de la labor solidaria desarrollada a lo largo de los años. Este es el caso de la Congregación Siervas de María Ministras de los Enfermos, entre cuyos cometidos está la asistencia a domicilio de los enfermos.

La congregación, fundada en España en 1851 por la Madre María Soledad de Torres Acosta, está integrada por religiosas enfermeras, con formación para atender a personas con dolencias de distintas índoles, con la peculiaridad de que lo hacen en el domicilio de los enfermos. “Es muy importante atender a la persona en sus casas, en un entorno que conoce y en el que confía” explica una de las monjas que realiza las visitas.

Cada noche, cuando la gente ha terminado su jornada laboral, ellas la comienzan. Estas mujeres salen de sus conventos y se dirigen a los domicilios de personas enfermas donde han sido reclamadas. Y no han dejado de hacerlo pese a la pandemia COVID-19.

Su labor es muy importante, ya que muchas de estas personas encuentran solas y además de administrarles medicinas para el cuerpo, les administran “medicinas para el alma”. “Atendemos al enfermo, aliviamos y confortamos la vida familiar, marcada por la cruz de una larga o corta enfermedad, casi siempre dolorosa” afirma otra religiosa, quien señala que algunas de las personas a las que atienden sufren dolencias desde hace décadas. Un alivio que también a ellas les reconforta porque “después de terminar el turno, con un poquito de cansancio, pero contentas, regresamos a casa porque hemos cumplido nuestra misión de Siervas de María. Y cuando llegamos lo primero que hacemos es ir a la iglesia para celebrar juntas la eucaristía. Y juntas damos gracias a Dios por el carisma tan hermoso que nos regaló la Madre Soledad”.

 Y es que,  tal y como  proclamó SS. Pablo VI en la homilía de canonización de su fundadora, Santa María Soledad Torres Acosta:  “contaremos a las Ministras de los Enfermos en el heroico ejército de las religiosas consagradas a la caridad corporal y espiritual; pero no debemos olvidar un rasgo específico, propio del genio cristiano de María Soledad, es decir, la asistencia prestada a los enfermos en su domicilio familiar, forma esta que ninguno, así nos parece, había ideado en forma sistemática antes de ella; y que nadie antes que ella había creído posible confiar a religiosas pertenecientes a institutos canónicamente organizados”.

Sin duda, este testimonio de Pablo VI pone de manifiesto lo que supone la gran labor de esta congregación, que da respuesta a otro tipo de pobreza, que necesita ser atendida con una respuesta esmerada, profesional y solidaria.

 

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