sábado. 10.06.2023
Dos cardenales

Cardenal Pell: “300 inmuebles juntos aportaban una renta total ridícula, de sólo 60.000 euros al año”

Absuelto finalmente por la justicia australiana de los cargos de pederastia, el Cardenal Pell ha vuelto a Roma y ha publicado la segunda parte de sus “Diarios”. El que fuera durante años Prefecto para la Secretaría de la Economía, “ministro de finanzas” del Vaticano, habla con libertad de la resistencia al cambio que sufrió en la curia romana.  “Subestimé la persistencia y falsedad de mis oponentes, que habían actuado así durante años. Son muy eficaces defendiendo sus manejos”. Intentó poner orden en la situación financiera del Vaticano, y declara “no estaba preparado para la resistencia que encontré dentro".

cardenal pell osoro

Cuando intentó gestionar de manera eficiente los inmuebles cuyas rentas garantizan los ingresos del Vaticano, se encontró una oposición frontal, a partir de ahí las acusaciones contra él se multiplicaron. Finalmente absuelto habla sin rencor, con la satisfacción de que su caso ha servido para acabar con viejas prácticas corruptas que afectan a la propia comunidad eclesial, y es muy generoso con sus palabras “espero que comience pronto el juicio contra quienes podrían haber gestionado mal los fondos del Vaticano, para que puedan defenderse”, quiere sobre todo que la justicia prevalezca. En sus diarios dice la verdad

Cardenal Osoro

“Me han engañado”

Por caridad no podemos comparar el comportamiento de ambos dignatarios de la Iglesia. En cuanto el arzobispo de Madrid encontró resistencia a los cambios en la gestión de las Fundaciones civiles que preside, no se paró a pensar en sus responsabilidades con ellas, sino en no verse involucrado en problema alguno. No dudó ni un momento en desembarazarse de sus colaboradores más cercanos y negar públicamente lo que él mismo había impulsado, el cambio necesario en la gestión de algunas Fundaciones civiles que no cumplían sus fines fundacionales y ponían en peligro su supervivencia económica. Aquí no eran centenares de inmuebles, sino apenas catorce los que se pusieron en venta ante las ridículas rentas que aportaban; bastó que los inquilinos beneficiarios tuvieran eco en el periódico para que se olvidara de sus responsabilidades con el futuro de los colegios de niños desfavorecidos; tampoco dudó en plegarse ante unos feligreses que lo habían denunciado de manera absurda y artera, pues la capilla que hace la función de parroquia de San Jorge no es de la Iglesia sino de una Fundación que tiene que amparar a los ancianos que viven inseguros y en precario en una residencia de mayores; y en otra Fundación una familia había copado el patronato y hacía de su capa un sayo con las rentas de sus inmuebles, en vez de destinarlas a becas lo hacían a su propio beneficio. Ante la oposición interna se rindió sin pudor, llevándose por delante a los que intentaron sanear, cumpliendo estatutos y fines, las Fundaciones civiles que él mismo preside. También secretario y gerente, todos los que le habían advertido de las irregularidades sufrieron el despido. Y él, el protagonista, no quiere comparecer en el juzgado ni siquiera de testigo. No dice nada         

Dos purpurados en problemas

La dignidad del australiano, la incalificable conducta del español.

 

 

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