Desde Oceanía hasta América, pasando por África y Europa. La Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata recorrerá hoy nuestro planeta con el fin de dar a conocer y contribuir a erradicar la esclavitud.
El evento se celebra cada 8 de febrero -desde 2015- en memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, la religiosa sudanesa que de niña vivió la dramática experiencia de ser víctima de la trata. Este año y debido a la pandemia mundial, la Red Internacional de la Vida Consagrada en contra de la Trata de Personas, Talitha Kum, ha organizado un maratón de oración en línea hasta las 17:00 horas, que puede ya seguirse en el enlace: https://www.youtube.com/c/preghieracontrotratta.
El lema elegido para esta VII jornada mundial de oración y reflexión es “Economía sin trata de personas”, que hace referencia a una de las causas estructurales de la trata de seres humanos. De hecho, en pleno siglo XXI, la trata es un reflejo de un orden social, económico y político que no está al servicio del desarrollo de una vida en condiciones dignas para todas las personas y pueblos.
Entre las muchas entidades que desde la Iglesia trabajan para protección y atención a las víctimas de la trata está la Fundación de Solidaridad Amaranta, fundada por las Religiosas Adoratrices. “Lo hacemos específicamente acompañando a mujeres que son explotadas y tratadas para la explotación sexual, poniendo a su disposición recursos, servicios y personas cualificadas para recorrer conjuntamente otros caminos, que nos permitan recuperar de forma segura una vida libre de violencia y con oportunidades para desarrollar un proyecto propio y autónomo”, explican desde la Fundación de Solidaridad Amaranta. “La trata de seres humanos tiene para nosotras nombres e historias de mujeres que desean una vida sin violencia para ellas, una vida con pan y escuela para sus hijos e hijas, una vida con salud y medicinas, una vida sin mendigar y con trabajo para sostenerse” añade María Luisa Puglisi, directora general de la Fundación.
La situación se ha visto agravada más por la pandemia COVID-19, que ha dejado al descubierto las brechas que ya existían en la sociedad, quedando claro que la desigualdad estructural afecta y golpea la vida de lo más débiles y los sistemas que sustentan la trata de personas se siguen beneficiando de ellos. Por ello, desde Amaranta “queremos contribuir a generar otra economía libre trata, al servicio de las personas”, concluye María Luisa Puglisi.
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