Aunque los detalles de su ascendencia son históricamente algo confusos, tanto San Mateo como San Lucas nos hablan de San José como de un varón que descendía de una estirpe ilustre: la de David y Salomón, reyes de Israel. Lo qué si sabemos, en cambio, es que no era una persona rica: era un trabajador. La Sagrada Escritura dice que José era artesano, algunos añaden que carpintero. En todo caso, una persona humilde y trabajadora.
La Iglesia entera reconoce en San José a su protector y patrono. A lo largo de los siglos se ha hablado de él, subrayando diversos aspectos de su vida, continuamente fiel a la misión que Dios le había confiado. Así, en el siglo XVII, el Papa Gregorio XV instituyó por primera vez una fiesta litúrgica en su nombre. Durante 1870, el santo Papa Pío IX nombró a san José patrono universal de la Iglesia y a partir de entonces, León XIII dedicó una encíclica al santo patriarca. A los 100 años de este documento, Juan Pablo II escribió la exhortación apostólica Redemptoris custos. Finalmente, en diciembre de 2020 el papa Francisco publicó la carta Patris corde, Corazón de padre, en la que destaca la “valentía” de San José, “un carpintero de Nazaret -explica el papa- que sabía transformar un problema en una oportunidad”, que con su trabajo “nos enseña el valor, la dignidad y la alegría”, tan necesarios en nuestros días.
Hoy, festividad en algunas comunidades, muchos aprovecharán la jornada para honrar a sus propios padres. Hoy, también, muchos José y Josefas festejarán su santo. Y hoy, igualmente, se celebra el Día del Seminario.
Durante estos días, y hasta el domingo, los seminaristas ofrecerán su particular testimonio en la celebración de la Eucaristía y ante los distintos grupos parroquiales. Así lo vienen haciendo desde 1935, año desde el que se conmemora el Día del Seminario con el objetivo de suscitar vocaciones sacerdotales mediante la sensibilización, dirigida a toda la sociedad, y en particular a las comunidades cristianas. En unas vocaciones muy necesarias, porque tal y como recuerdan “el seminario no es solo el centro en el que se forman los futuros presbíteros de nuestras diócesis, es además corazón de la vida diocesana”. El lema escogido para esta jornada, Padre y hermano, como San José, recuerda además que, como los sacerdotes, forjados en la escuela de Nazaret, bajo el cuidado de San José y la mano providente de Dios, han sido elegidos y enviados para custodiar, acompañar y guiar, con humildad y amor de padre, a todos los bautizados, sabiendo que cada uno de ellos es su hermano.